Reunidos en Irlanda, los investigadores crearon un movimiento para derribar, en base a la ciencia, un discurso “anti carne” que se renovó.
El discurso anti consumo de carne, que promueve este alimento como dañino contra la salud, lo culpa de la contaminación ambiental o se focaliza en la crueldad contra los animales, sólo puede ser rebatido en base a ciencia. Generalmente promueven información sesgada, basada en sus ideologías, sin argumentos científicos aprobados por toda la academia, con el objetivo de influir negativamente en el consumo de carne, promoviendo mitos para que la carne no forme parte de la dieta de los humanos a futuro.
Es por eso que científicos, referentes por su reconocida reputación internacional derribaron en base a ciencia la desinformación y los mitos promovidos por estos movimientos anti carne, en el marco de la conferencia: “El Papel Social de la carne; Lo que dice la ciencia”. El evento fue organizado por el Teagasc Food Center y se desarrolló en Irlanda, con la participación de investigadores del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, como es el caso del Ing. Agr. Fabio Montossi, entre otros técnicos que conformaron la delegación compatriota.
La iniciativa y organización fue liderada por un grupo de aproximadamente 10 investigadores de ciencia de la carne, provenientes en su gran mayoría de Europa, pero reunió a cerca de 200 de científicos líderes y actores claves de la cadena cárnica a nivel mundial, de todas las disciplinas relevantes, para presentar, debatir y lograr una sinopsis completa de los conocimientos científicos sobre el papel de la carne en la sociedad. Es clave aclarar que la conferencia no fue patrocinada por actores privados de la cadena cárnica para defender el producto.
Contradicciones
Muchas veces el discurso contra la carne es uno, pero la realidad es otra. Tammi Jonas, influencer inglesa dejó de consumir carne a los 19 años, tras leer el libro: Liberación Animal, publicado en Australia. Luego de sufrir una fuerte anemia en su tercer embarazo que no pudo ser curada con suplementos de hierro y otros medicamentos volvió a consumir carnes rojas y luego puso una granja de cerdos, donde industrializa sus propios animales. Casos similares hay muchos, pero el argumento “anti carne” se renueva y la ganadería nunca estuvo tan cuestionada como ahora, remarcó el Dr. Frank O´Mara, Director de la Organización de Investigación y Desarrollo Agrícola de Irlanda Teagasc. Es por eso que se vuelve cada vez más importante “avanzar con una comprensión precisa y científica del papel crítico de la carne en la sociedad”, afirmó el Dr. Martín Heydon, Ministro del Departamento de Agricultura , alimentos y Marina de Irlanda.
Los científicos no dejaron de reconocer que hay áreas de mejora en la ganadería para disminuir el impacto ambiental y para eso trabajan. La visión entre plantas y animales surgió en el mundo anglosajón en el siglo XIX y el concepto de vegetarianismo cobró más fuerza desde 1800 hasta la actualidad.
Evolución.
El consumo de carne permitió evolucionar a la humanidad, y sus nutrientes son necesarios para el desarrollo, especialmente para la salud del cerebro. “Los ancestros del Homo sapiens comenzaron a consumir carne hace más de 4 millones de años y en particular cuando se estableció la caza de animales hace 2 millones de años. La carne es fuente de proteína de alto valor biológico, hierro, vitamina B12, zinc y omega 3, así como ácidos grasos”, sostuvo el Dr. Neil Mann, profesor de ciencia de los alimentos y nutrición humana en la Universidad de Melbourne. Estos nutrientes son claves en la estructura y funcionalidad del cerebro.
“Los humanos estamos biológicamente más cerca de los animales que de las plantas en términos de nuestros requerimientos y constitución. Nuestra especie evolucionó a partir de una dieta rica en proteínas de origen animal desde hace 3.5 millones de años, que permitió un desarrollo fisiológico y metabólico para digerir y absorber los nutrientes disponibles en la carne. Por ello, dependemos del consumo de carne como fuente de nutrientes”, afirmó el científico.
Salud.
A su vez, el investigador de Nueva Zelanda, Dr. Nick Smith, del Instituto Riddet, centro de excelencia de la Universidad de Masey, consideró que “los nutrientes de la carne compensan la mayoría de las deficiencias de nutrientes en todo el mundo y son difíciles o imposibles de obtener de los alimentos de origen vegetal. Este no es solo el caso en los países de ingresos bajos y medios, sino que también es bastante frecuente en países como Estados Unidos y el Reino Unido, donde la deficiencia de hierro es sorprendentemente común”, remarcó el científico. En el mundo, casi mil millones de personas se acuestan con hambre, dos mil millones tienen sobrepeso u obesidad y por lo menos dos mil millones tienen suficientes calorías pero la calidad de la dieta es inadecuada, remarcó la Dra. Alice Stanton, profesora de farmacología cardiovascular en el Royal College of Surgeons de Irlanda y directora de salud humana en Devenish Nutrition.
La experta explicó que “lo que falta en muchas dietas son los aminoácidos, las vitaminas y los minerales clave que se obtienen mejor de los alimentos de origen animal o se obtienen únicamente de los alimentos de origen animal. De los 20 alimentos principales que brindan nutrientes clave como hierro, zinc, vitamina A, folato y B12, dijo, 18 provienen de alimentos de origen animal”.
Explicó que “cuando las personas reciben menos del 30% de su ingesta calórica total de alimentos de origen animal, es mucho más probable que tengan deficiencia de vitaminas y minerales”. La científica recordó que “el peor resultado de la mala nutrición humana, en particular de la infantil y materna, es el retraso en el crecimiento. El retraso en el crecimiento no se refiere solo a los niños pequeños, sino a niños afectados por una mala nutrición cuyos cerebros no se desarrollan de manera óptima”. Como consecuencia se desempeñan peor en las escuelas, con menos logros académicos, menos opciones de carrera y ello resulta en un círculo vicioso”. De este modo, tiró abajo el estudio Global Burden of Disease 2019, publicado en The Lancet, donde se establece que cualquier nivel de consumo de carne roja es perjudicial para la salud.
Uruguay e INIa juegan en las ligas mayores de la ciencia
En Uruguay, donde la ganadería es clave en su economía, se plantea formar parte de este movimiento de científicos y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria tiene un papel fundamental, con sus aportes, en esta instancia que congrega investigadores referentes a nivel mundial, hacedores de políticas públicas, y representantes del agro negocio cárnico global. El año pasado,
Uruguay exportó, en los primeros diez meses, 2.300 millones de dólares en el sector cárnico, 53% más que en igual período de 2020, según datos del Instituto Nacional de Carnes, INAC.
Sistema productivo de Uruguay es un ejemplo en el mundo
Para el Investigador Principal del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Ing. Agr. Fabio Montossi, la reunión de científicos en Irlanda, “pone en evidencia el comienzo de un movimiento mundial de investigadores para coordinar y difundir información científica que apoye a los formadores y hacedores de política pública sobre la orientación alimentaria global”.
Según su visión, este paso “es clave para contribuir globalmente en forma positiva a la seguridad alimentaria, alimentación saludable, al desarrollo de una sola salud (personas, animales y ambiente) y al desarrollo socioeconómico integral de más de 500 millones de personas que depende de la producción animal”. Por otro lado, Montossi consideró que “también el atender al ciudadano común es clave en este proceso. Ese ciudadano (léase consumidor) debe disponer de información objetiva sobre la asociación de producción animal con la salud humana, el bienestar animal y ambiente”.
Según Montossi: “tenemos buenas noticias para la carne basadas en ciencia, que deben llegar en forma clara y sencilla a los consumidores”. Para el sector cárnico, “el desafió es enorme, el movimiento mundial anti carne está muy organizado y tiene mucho poder acumulado para incidir”. El investigador uruguayo afirmó que “nuestros sistemas productivos a cielo abierto, a pasto, con productos animales trazados y certificados, que promueven la conservación del medioambiente y el cuidado del bienestar animal, nos permiten alinearnos más con las preferencias de aquellos consumidores que valoran la forma en que se producen los alimentos que consumen”. Es por eso que consideró que “Uruguay, tiene mucho para aportar y contribuir a nivel local y global a la visión favorable de la producción animal en el mundo que se viene” y va a requerir “más que nunca de una coordinación pública y privada, de alianzas estratégicas a nivel país y con centros de referencia a nivel mundial, para acelerar la generación, difusión, y comunicación de ciencia robusta y creíble”, remarcó el Investigador Principal de INIA en producción animal. Uruguay produce las carnes con atributos que el mundo está pidiendo y ese consumidor de alto poder adquisitivo está dispuesto a pagar más por ese producto certificado, de calidad y con certificaciones serias.
Por Pablo Antúnez